¿O es que la tristeza es sólo un género narrativo más, de gran éxito, una forma de estar en lo literario, una sed de aventura desgarrada que nos lleva a imitar a los héroes antiguos y a emprender el camino que los dioses consideran, sin serlo, el más conveniente para nosotros, mientras vamos sembrando el mundo de metáforas, elipsis, aliteraciones, grandiosas hipérboles que nos convierten en narradores del best seller de nuestra vida, grasienta, pesada y sobre todo triste, tan triste como el corazón de Dido en llamas, el sueño de Ofelia, la espera de Penélope, la ausencia de Godot, el ansia de Madame Bovary, el desencanto de Humbert Humbert, el desasosiego de Lenz, la locura de todos los que, en forma de papel, lloraron antes que nosotros, y más, y mejor, demostrando con su agonía que las novelas están llenas de protagonistas partidos en dos, que sus dominios son sólo para los que sufren, los que claman al cielo, los que pierden a un hijo, los que caen del caballo, los que desconocen las tramas del placer?
O puede que la literatura no sea triste, pero muchos escritores sí.
Gonzalo Escarpa
Imagen: mosaico del siglo II. Máscaras de tragedia y comedia
Lectura recomendada: cualquiera divertida.
Excelente cuestionamiento. Las tristeza literaria también es un sentimiento, algo ajeno y personal, que contagia.
Mis lecturas divertidas recomendadas: «Slapstick», de Vonnegut, «Transatlántico», de Grombrowicz. ¿Las tuyas?
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