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Posts Tagged ‘Cine y literatura’

Se lo preguntaron a Juan Eduardo Cirlot en una entrevista en 1968 :

…para que un libro exista no es preciso ni siquiera editarlo, ni aún escribirlo. Basta haberlo pensado verdaderamente. Hay placas de resonancia y de registro en el universo que tienen más valor que los oídos o las miradas del oyente y del lector, aunque éste no sea jamás desdeñable.

(…) Si publico pocos ejemplares es porque creo que, en la actualidad, es muy difícil, o casi imposible, interesar por una poética nueva, sobre todo si ésta versa sobre experiencias espirituales y no sobre problemas de la masa. La humanidad quiere convertir a los poetas en periodistas, agentes de publicidad o sacerdotes, géneros muy distintos y respetables en distinto grado. Pero el poeta no es nada de ello. Es sólo alguien que responde a preguntas formuladas por algo que se asemeja extrañamente a la nada. Y su voz tiene una resonancia que él no podría evitar, aunque quisiera. A eso se le llama hermetismo.

Tuvimos suerte, Cirlot escribió muchos libros y su obra, sobre todo el ciclo de Bronwyn, es cada vez más conocida y valorada.

Pero, ¿quién es Bronwyn?

Una tarde de verano Cirlot conoció a Bronwyn en una pantalla, en la película de Franklin Schaffner El Señor de la Guerra. Bronwyn  es un nombre de mujer, el nombre de una doncella céltica que vivió hacia el año 1000 de nuestra era en Brabante y a la que en la película da vida la actriz Rosemary Forsyth.

«Nada sucedió después del visionado de la película», dice su hija, Victoria Cirlot, en el prólogo de la editorial Siruela, ni siquiera una crítica, “pero Juan Eduardo Cirlot vio la luz de Bronwyn”. El amor de Cirlot por Bronwyn fue fértil y diverso. «Nos amábamos como ahora sólo en sueños soy capaz de amar», dijo.

Cirlot concibió su poética como una investigación del ser y también como la exploración del espacio de lo antirreal, de lo que no acontece jamás. Experimentó con permutaciones, músicas al estilo serial de Schoenberg, Berg y Webern, y practicó una poesía hermética, pero también escribió poemas diáfanos:

Mira, son las nubes

¿te subes?

El ciclo Bronwyn está formado por dieciséis libros que poco parentesco formal tienen entre sí, pues van del soneto a la poesía fonética.

Como investigador escribió estudios sobre simbología y hermenéutica medieval. Pocos libros de consulta son tan recomendables para pensar, para reconocerse o para escribir como su Diccionario de Símbolos.

Marta Sanuy

Imagen: fotograma de El Señor de la guerra.

Lecturas recomendadas:

– Bronwyn.
– Diccionario de los Ismos.
– Diccionario de símbolos.
Juan Eduardo Cirlot. Editorial Siruela

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Cuentan que un enfurecido Borges no dudó en responder airadamente al bisoño reportero que se atrevió a plantearle la preguntita: «¿Y para qué sirven los pájaros, imbécil?».

Henri Michaux lo tenía muy claro: «La poesía es absolutamente imprescindible, aunque no sepamos para qué».

Pero realmente es el maestro Chicho Sánchez Ferlosio quien mejor ejemplifica la utilidad de la poesía en el inolvidable retrato que nos brinda de él Fernando Trueba en su remotísimo documental sobre el bardo de los Ferlosio, Mientras el cuerpo aguante. En esta cinta, equiparable por su exacta fusión del ámbito cinematográfico y literario a El desencanto de Chávarri, en la que somos testigos de la bellísima decadencia de la familia Panero, acompañamos a Ferlosio en su deambular por la vida mientras nos va contando algunas anécdotas, como la de las coplas que le escribió al ayuntamiento de Cádiz. Allí se había llegado con Sabina, Krahe, Teresa Cano y Rosa para dar un concierto, que la organización no tuvo a bien pagar sin un buen retraso. Ferlosio se quedó en Cádiz para cobrar las 50000 pesetas prometidas, pero el cobro se retrasaba cada vez más pues el señor Gelos, responsable del mismo, no estaba por allí. Así que Chicho se entretuvo componiendo una letra alusiva. Transcribo, aproximadamente, lo que cuenta:  «Me puse un día a escribir y me salieron unas coplas contando la situación. Y me dije, hombre, se las voy a enseñar al tío que me recibe en el ayuntamiento y que siempre me da largas, para ver lo que piensa. Y le dije: mire, yo en este tiempo, que no tengo nada que hacer, me he entretenido haciendo estas coplas. El tío las leyó y se quedó lívido.Y le dije, bueno, entonces volveré el lunes. Pero, en cuanto leyó las coplas, me adelantaron 10000 pesetas. Unos días después se me ocurrió una musiquilla, y volví al ayuntamiento. Otra vez me querían dar largas, pero le dije: las coplas tienen música (risas).  Y me pagaron aquel mismo día».

Sí, hubo una época en la que la palabra, acompañada de música, era capaz de propagarse y crecer en la boca de todos, hasta el punto de atemorizar a todo un ayuntamiento. (Hace poco un músico poeta aconsejaba resilabizar esta palabra, y proponía un más adecuado «ay untamiento»).

Aquí va la copla que obró el milagro del pago:

Permítame usted que hable:
yo he venido aquí a cobrar,
si lo piensan demorar,
¿quién se va a hacer responsable?
¿Eh?

No tienen al señor Gelos
y así mi fortuna mengua,
pero lo que es en la lengua
yo tampoco tengo pelos,
¿eh?

En la lengua ni en la pluma,
porque estoy hasta los huevos
de estos políticos nuevos
que el viejo Estado rezuma,
¿eh?

Entre estas blancas paredes
hay mucha negra rutina:
el tiempo que se avecina
no es el de vuesas mercedes,
¿eh?

He pasado varios días
de un tiempo que ya no es oro
pero, pasado, lo añoro
igual que sus señorías,
¿eh?

Si no me pagan les juro
que esto y más se irá imprimiendo
a ver si lo voy vendiendo
y saliendo del apuro,
¿eh?

El propio señor alcalde
deje claro cuanto antes
que el tiempo de los cantantes
no se gasta más en balde,
¿eh?

Gonzalo Escarpa

Imagen: cartel promocional de Mientras el cuerpo aguante

Link: http://www.youtube.com/watch?v=BDj4dF6g654

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