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Posts Tagged ‘Rafael Sánchez Ferlosio’

Cuenta Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos que, según Jean Piaget, cuando a un niño se le pregunta con qué se piensa contesta sin dudar:

-Con la boca.

Él hizo la prueba cuando su hija tenía tres años y recibió la respuesta prevista, que no dejó de asombrarle -lo previsto también asombra-  y le azuzó las ganas de averiguar más:

-Sí, pero ¿cómo se piensa?

A lo que la niña, otra vez sin dudar, le respondió:

-Mira, así:  mmmmmmmmmmmmmm.

Estoy convencida de que el arte de la conversación es el de  recuperar la capacidad de pensar con la boca, de concederse el tiempo del mmmmmmmmmmmmmm en el que batir extrañamientos con el otro, para que las palabras no se agrupen en un caparazón de rezos.

A cierta edad se siente el pudor de la onomatopeya: nos cuesta pronunciar esa eme prolongada que es el borbotón en el que se cuece el pensamiento. Pasear es el mejor remedio para compensar esa carencia.

Cuando nos hacemos adultos son los pies los que ayudan a la boca a pensar.

Marta Sanuy

Imagen: Alfredo Jaar


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Ya me gustaría que la pregunta de hoy fuera mía, pero es de Jules Renard.

La recordé leyendo la última novela de Luis Landero, Retrato de un hombre inmaduro, cuando dice:

Mi voz era serena y mi dicción muy castellana. No sé, me expresaba con tanto esmero que notaba cómo el habla se iba manchando de escritura.

La historia de la literatura podría ser también la de las elásticas distancias entre el lenguaje que se dice y el que se escribe, ya que comparten tantos territorios: ambos narran, los dos informan y organizan.

A las buenas preguntas enseguida les salen un montón de hijuelos: ¿son o no son lo mismo nuestras historias y las de las novelas y los cuentos que leemos?

En el magnifico libro Las Semanas en el Jardín decía Rafael Sánchez Ferlosio:

Hay que advertir, en este punto, que el sistema gramatical de la narración -sistema mucho más cuajado y especializado de cuanto a primera vista pudiera parecer- no es, en modo alguno, y cualesquiera que puedan ser su origen y consagración, patrimonio exclusivo de los literatos, sino que pertenece enteramente  a los dipositivos funcionales de la lengua común: a todo hablante le es dado ponerse en la singular actitud del narrador, de manera que acierte sin vacilación alguna con los mecanismos gramaticales específicos que le corresponden -otra cosa será que, además de esto, tenga el don de usarlos con gracia y el arte que no a todos son concedidos por igual en este mundo-.

P.D. Borges quería quitarle importancia a Ramón Gómez de la Serna diciendo que sólo le había puesto el nombre a las greguerías, que inventarlas las había inventado Jules Renard.

Marta Sanuy

Imagen de Atsuko Arai

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